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04 junio, 2012

Crisis en los niños de 2 a 3 años



Alrededor de los 2 años, el Sistema Nervioso del niño alcanza la madurez necesaria para acceder a nuevos aprendizajes, coordinar mejor sus movimientos,...pero su capacidad de detener la acción y su voluntad aún no. 

Le es más fácil comenzar una acción, que dejar de hacerla; ello hará que, en un momento dado, pueda coger rabietas y no sepa cómo salir de ellas, pueda pegar y/o morder, dar patadas,...
El control de su postura le permite ponerse de puntillas, intentar mantenerse sobre un pie, apilar en equilibrio más cubos que antes,...El movimiento es para él una necesidad, así como una fuente de placer.
Una nueva adquisición señalará un importante avance en la autonomía del niño, como resultado de su madurez. Se va a ir produciendo el control, diurno sobre todo, de los esfínteres y, alrededor de los 2 años y medio también nocturno.

Esta adquisición será aún frágil; cualquier cambio en el entorno del niño puede hacerle retroceder. En ese caso, se hará necesario ser muy comprensivo con él, no dramatizar más de la cuenta. En breve, volverá a recuperar dicho control.

Para que el niño vaya avanzando en su autonomía, habrá que asegurar que su curiosidad natural no se vea frenada, siempre y cuando no se ponga en peligro su seguridad ni la de los demás. Será esta curiosidad la que le impulsará a seguir aprendiendo.

En la medida de lo posible, no se dejará a su alcance objetos susceptibles de prohibírsele, por peligrosos o frágiles; si ello ocurre, será más conveniente distraer su interés hacia otro objeto antes que la prohibición.

El niño entra ahora en la llamada "fase del negativismo" o de oposición, en la que la actitud predominante va a ser de protesta o negación ante lo que se le dice o se pretende que haga.

Tanto puede aparecer de forma gradual, como bruscamente, transformando al niño de un día para otro. La cuestión más insignificante puede convertirse en el mayor de los conflictos; será difícil saber por dónde va a salir su oposición. Su afán por demostrar su independencia, le hará a veces hacer sólo cosas prohibidas.
El conocer la existencia de esta "crisis de los 3 años" hará su obstinación más llevadera y comprensible, y se podrá ser más tolerante; por lo menos debería de ser así.
Un enfrentamiento rígido y abierto a su oposición hará más difíciles las cosas y no le ayudará a superar esta fase; todos conocemos personas mayores que parecen estar aún en esta fase. 

Se favorecerá al máximo su autonomía.
Si entra en rabietas (pues pretenderá la satisfacción inmediata de sus deseos) , habrá que intentar mantener la calma, sin intentar razonarle , ni por supuesto pegarle, y dejar pasar el momento crítico sin ceder en el motivo que la ha generado (punto fundamental si no nos queremos ver metidos en un círculo desagradable).
Suelen ir dirigidas contra los padres; raras veces lo hará contra otros adultos ni contra niños de su edad. La crisis de los tres años es pasajera, pero no así los avances en autonomía y y afirmación de sí mismo del niño, que supondrán algo muy importante en su desarrollo.

El niño de esta edad, generalmente, juega solo o junto a otro niño, en paralelo. No sabe aún compartir sus juegos ni sus juguetes con otros niños. Durante el mismo, cambiará con frecuencia de una actividad a otra, aunque predominarán las llamadas "actividades motoras importantes" (correr, trepar, arrastrar,...)

En esta "edad mágica", el niño creerá todo lo que se dice. De ahí, que no debamos abusar de su credulidad: jamás le amenazaremos con la presencia de personajes malvados, ni con nuestro abandono o pérdida de nuestro afecto. El niño teme ser realmente abandonado. No debe utilizarse el miedo, para hacerle desistir de aquellas conductas "no convenientes".

En este período, existe entre los niños gran desigualdad respecto al lenguaje; la estimulación del medio marcará la diferencia, así como el nivel de inteligencia y de afectividad del niño.
A esta edad, el vocabulario aumenta considerablemente: se pasa de las 150 palabras (de los 2 años) a unas 1500 (a los 3 años), aproximadamente..

Podemos contribuir a enriquecer su lenguaje, hablándole, describiéndole las cosas que ve, lo que hace o ve hacer,...siempre pronunciando con claridad, respondiendo a sus preguntas (ésta es una edad preguntona).
Es importante procurar no anticiparse a sus deseos antes de que los exprese verbalmente: ello le llevará a ejercitarlo más.

El niño empezará a conocerse a sí mismo al final del 2º año; primero exteriormente, y luego interiormente. A los 2 años reconocerá a otras personas.
No debe olvidarse que los padres son los modelos a seguir por lo que hacen más que por lo que dicen. Asimismo, es conveniente favorecer el acercamiento del padre del mismo sexo al niño, para ir favoreciendo su identidad.

26 mayo, 2012

Cuándo y cómo quitar los pañales

 

 

 

Muchas veces se habla de «aprendizaje del control de esfínteres » y eso deja a los padres vagamente intranquilos.

Porqué, aparentemente, un aprendizaje requiere una enseñanza. ¿Quién y cómo ha de enseñar al niño a controlar sus esfínteres, sea eso lo que sea? Pues no, aprender a no hacerse pipí encima, lo mismo que aprender a caminar, a sentarse o a hablar, son cosas que no requieren estudio ni enseñanza.
Existen niños de diez años y también adultos que no saben leer o que no tocan el piano porque nadie les enseñó. Los padres tienen que hacer algo (enseñar a su hijo o buscarle un profesor o una escuela) si quieren que aprenda esa y muchas otras cosas. Pero no hay niños de diez años que no sepan caminar, sentarse o hablar, o que se hagan pipí encima (despiertos).

Todos los niños sanos (y buena parte de los enfermos) controlan perfectamente el pipí (de día) y la caca a los cuatro años o bastante antes. Por lo tanto, la pregunta no es «¿qué tengo que hacer para que mi hijo aprenda a usar el retrete?», pues haga usted lo que haga, tanto si lo hace todo «bien» como si lo hace todo «mal», o incluso aunque no haga nada de nada, su hijo aprenderá. La pregunta es «¿qué puedo hacer para que mi hijo no sufra mientras aprende a usar el retrete?» Y la respuesta es «más vale que no haga nada». O que haga lo menos posible.

Cuando los padres hacen algo, cuando sientan al niño a ciertas horas en el orinal, cuando le obligan a estar sentado hasta que hace algo, cuando le riñen si se lo hace encima, a la larga el niño aprenderá también a ir al retrete, pero será desgraciado en el proceso (y sus padres también). En casos extremos, es probable que ciertas «enseñanzas» desafortunadas pue-dan retrasar el aprendizaje o producir en el niño un rechazo a defecar que se convertirá en estreñimiento.

Pero si no le quitamos nunca el pañal, ¿cómo aprenderá? ¿No seguirá llevando pañal toda la vida? Lo dudo. No conozco a nadie que haya hecho la prueba; pero sospecho que, incluso si los padres no tomasen nunca la iniciativa, todos los niños acabarían por arrancarse el pañal ellos mismos.
Nadie va con pañal por la calle a los quince años. Pero el caso es que los pañales cuestan dinero y cambiarlos cuesta un esfuerzo, y casi todos los padres hacen, antes o después, un esfuerzo para quitar el pañal a sus hijos. En principio, eso no debería traer ningún problema.
El pañal es algo totalmente artificial, un invento relativamente reciente que no busca la comodidad del niño, sino la de sus padres. Los niños no necesitan pañal. Muchos padres le quitan a su hijo el pañal en verano y que sea lo que Dios quiera. Incluso antes del año, cuando saben que es imposible que el bebé controle el pipí y la caca de forma voluntaria. Para hacerlo, por supuesto, es conveniente no tener alfombras ni moquetas en casa, y es necesario estar dispuesto a fregar cualquier rincón en cualquier momento, sin el menor reproche.
Así se ahorra el niño algunas escoceduras por el calor y los padres mucho dinero en pañales. Al final del verano, si (como era de esperar) el niño se lo sigue haciendo todo encima, se le vuelve a poner el pañal y tan contentos. En el primer verano después de los dos años, cuando de verdad hay alguna esperanza de cambio, los padres pueden explicarle al niño lo que se espera de él: «Cuando tengas ganas de hacer pipí o caca, avisa. » Pero, por supuesto, no se harán pesados preguntando cada media hora (basta con que lo expliquen una vez en junio o, como mucho, cada quince días), ni lo sentarán en el orinal cuando no lo ha pedido, ni le reñirán o criticarán ni se burlarán de él por los escapes o por las falsas alarmas, ni mostrarán impaciencia.

Puede ser útil preguntarle si prefiere usar el retrete, como papá y mamá, o un orinal (y que elija el que más le gusta) o un adaptador para el retrete.

Mientras no haya un mínimo control, es prudente ponerle el pañal para salir a la calle. Algunos niños logran el control en este verano, otros en el siguiente. Algunos, por supuesto, alcanzan la madurez entre medias y piden que se les quite el pañal en invierno («¿Estás seguro?» «Sí. » «Bueno, vamos a hacer la prueba. ») Quitar el pañal, decíamos, no habría de traer ningún problema, pero a veces lo trae. Incluso sin obligarles, sin reñirles, sin ponerse pesado y sin hacer comentarios ofensivos, algunos niños se niegan a que les quiten el pañal.

Están tan acostumbrados a llevarlo, que no se imaginan la vida sin él. Explíquele a su hijo que no importa que se haga pipí o caca en cualquier sitio, que no se va a enfadar. Pero si a pesar de todo le pide un pañal, póngaselo sin rechistar. Al fin y al cabo, la idea no fue suya; fueron sus padres los que decidieron ponerle pañal cuando nació y no es culpa del pobre chico si se ha acostumbrado.

Es posible que un niño que al año y medio se dejó quitar el pañal, se niegue a los dos años y medio. No insista, no atosigue, simplemente dígale: «Bueno, cuando quieras que te lo quite, avisa», y ya está. Algunos niños están contentos de ir sin pañal, pero se sienten incapaces de usar el orinal. Notan que van a hacer algo, avisan, pero no quieren sentarse en ningún sitio. Quieren el pañal. A veces, durante una temporada, hay que ponerles un pañal cada vez que han de hacer pipí o caca. A algunos, que juegan desnudos en la playa, hay que ponerles un pañal para que hagan pipí. No se asombre, no se queje, no se ría. Póngale el pañal sin discutir, que ya falta bien poco.

Algunos niños, más tímidos, no se atreven a pedir el pañal, pero tampoco a usar el orinal, e intentan retenerse lo más posible. Algunos llegan a sufrir estreñimiento. Si observa que su hijo deja de hacer caca cuando le quitan el pañal, pruebe a ponérselo otra vez (incluso si no lo ha pedido). No es malo volver a usar el pañal después de unos días o meses sin él. No es un paso atrás ni un retroceso, ni le hace ningún daño al niño. A no ser, claro, que él se niegue. Nos vamos ahora al otro extremo, al del niño que no es capaz de controlarse, pero insiste en que le quiten el pañal o en que no se lo vuelvan a poner si se lo habían quitado en verano.

Como siempre, es importante hablar con el niño y ser respetuoso. Si sólo hay fallos ocasionales, es mejor hacerle caso. Si el control es nulo, tal vez pueda convencerle de que se lo deje poner. Pero si se niega en redondo, si llora para que no le pongan el pañal, si lo vive como un fracaso o una humillación, es mejor también hacerle caso, tal vez intentar llegar a una solución de compromiso («puedes ir sin pañal por casa, pero si salimos a pasear te lo has de poner»).

A veces hay que renunciar a salir de casa durante unas semanas para no tener un drama, lo que no deja de ser una lata. Por eso es importante no ponerse pesados con el asunto, no lanzar indirectas y puyas, que nadie le vaya diciendo al pobre niño «qué vergüenza, tan mayor y con pañales», «a ver si aprendes a ir al retrete de una vez», «si te lo vuelves a hacer encima, te tendré que poner pañales como a una niña pequeña» y otras lindezas. Nunca hay que hablar así a un niño, ni en este tema ni en otros. Todos los niños normales saben controlarse de día, sin necesidad de enseñarles nada.

Si su hijo se sigue haciendo caca o pipí encima después de los cuatro años (salvo algún accidente muy de tarde en tarde con el pipí), consulte al pediatra. Cuando hay problemas, con frecuencia son de origen psicológico (a veces debido precisamente a intentos de «enseñarles» a usar el orinal por las malas y otras veces, manifestación de otros conflictos o de celos). En algunos casos, la defecación involuntaria (encopresis) es consecuencia del estreñimiento: se forma una bola que irrita la mucosa rectal y produce una falsa diarrea. El niño no lo hace a propósito, y las burlas y castigos no harán más que empeorar el problema. Pero las noches son muy distintas.

Aunque muchos niños pueden dormir secos a los tres años, otros muchos se hacen pipí en la cama (enuresis nocturna) hasta la adolescencia o incluso toda la vida. Durante la Primera Guerra Mundial, el 1 por ciento de los reclutas norteamericanos fue declarado no apto para el servicio por enuresis. La enuresis nocturna casi nunca tiene causa orgánica o psicológica, sino que depende de la maduración neurológica y de las características genéticas (va por familias). Algunos niños consiguen no hacerse pipí en un día especial (por ejemplo, en casa de un amigo), a costa de pasar la noche prácticamente en vela. Por supuesto, no pueden hacerlo muchos días seguidos.

Por desgracia, algunos padres no comprenden el enorme esfuerzo que han hecho y se lo echan en cara («en casa de Pablo bien que espabilaste, pero aquí no te preocupas, claro, como estoy yo para lavar sábanas»). Este tipo de comentarios, además de cruel, es falso.
Hace poco, una madre comentaba en un foro de Internet que su hija de siete años se hacía pis en la cama. Otra madre le contestaba así:

Yo estuve haciéndome pis hasta los dieciséis años, y peor que me sentía y más acomplejada que nadie… Me tiraba las noches en vela para no mojar la cama, y en cinco minutos que el sueño  me rendía, me hacía pis; estaba desde el medio día sin beber nada, era horrible, y seguía haciéndome pis; me levantaba por la noche a lavar mis sábanas para que no se enteraran… No la regañes, no la responsabilices, es una enfermedad, de pronto un día dejé de hacérmelo. Mi hijo mayor se hizo pis hasta los trece años… 

Quisiera explicar aquí una anécdota, en homenaje a un gran pediatra japonés, el Dr. Itsuro Yamanouchi, de Okayama. Visité su hospital en 1988, y me fascinó aquel sabio humilde que seguía atendiendo consultas externas de pediatría a pesar de ser director de un gran hospital. Le acompañé una tarde en su consulta, y él me explicaba en inglés lo que ocurría. —Este niño tiene seis años, y se hace pipí en la cama. Le he explicado a la madre que eso es normal, que no hay que hacer nada, y que yo me hice pipí hasta los siete años. —¡Qué casualidad! —respondí en mi inglés vacilante—. Yo también me hice pipí hasta los siete años. El Dr. Yamanouchi se apresuró (para mi sorpresa) a traducir mis palabras, y la madre me miró con más sorpresa aún y se deshizo en reverencias y agradecimientos. Un rato después, otra madre, mientras escuchaba las palabras del médico, me miró también con asombro y me hizo otra reverencia. —Este niño de diez años también se hace pipí en la cama. Le he explicado a la madre que yo me hice pipí hasta los once años, y tú hasta los siete. —Pero… ¿no me dijo usted que también se había hecho hasta los siete? —Bueno —sonrió el Dr. Yamanouchi—, yo siempre les digo un año más.

Carlos Gonzalez

Extraído de su libro “Bésame Mucho”

 

25 mayo, 2012



No, no, no, no, no!


Ya no sé quien dice más “NO” en la casa, si mi bebé o yo. Él lo hace porque a su edad está descubriendo que es capaz de expresar sus deseos y busca imponer su voluntad. Yo lo hago porque no quiero que saque la tierra de las macetas, se suba en un mueble, o se resbale por correr sin zapatos, etc.
Es un estire y encoje todo el día. A veces me parece que son demasiadas las veces que le niego la posibilidad de hacer cosas. Está en una etapa de aprendizaje y descubrimiento que no quiero detener pero también en un momento en el que necesita que le den pautas y que sepa quién tiene el control.
Hace unos meses todo parecía más sencillo en ese sentido, pero ahora se nota su frustración al no poder poner en práctica lo que planea.
Para peores, está la típica reunión con tus amigas donde les has hablado de lo maravilloso y bien portado que es tu bebé, y de repente… el berrinche del siglo. No sabes a dónde meterte. Aunque lo hace esperanzado de conseguir lo que desea y no necesariamente para molestarme.
Ya he notado que si su frustración llega a afectarme, no solo puede que la rabieta dure más tiempo sino que, al final, él consiga lo que desea dándole un mensaje equivocado. En cambio, cuando se da cuenta que por más escándalo permanezco tranquila, el asunto se acaba rápido.
Una constante que tenemos es el tema de recoger lo que lanza al piso. Hay de dos tipos: las cosas que se lanzan para jugar y pasar el rato y las que por un berrinche tira enojado. Esas últimas sí le pido que las recoja de inmediato y me planto decidida hasta que lo hace. Al principio su reacción es un “no” “no” “no”, luego quiere irse del lugar, e incluso llora porque no quiere hacer lo que le pido. Las primeras veces pensé que tal vez era demasiado lo que estaba esperando de él o incluso que no me entendía mi solicitud, pero luego me di cuenta que sabe perfectamente de qué le hablo y por qué se lo estoy pidiendo. Después de muchas veces, ya las cóleras por recoger las cosas casi han desaparecido y en cuanto se lo pido se agacha y  me las da.
Hace un tiempo escuché a un sacerdote hacer una declamación que me pareció muy acertada. Re-fraseando él decía algo como: “ya dejen de preocuparse por qué mundo le van a dejar a sus niños y comiencen a preocuparse por qué niños le van a dejar a este mundo”.
Sinceramente creo que mi bebé está creciendo, absorbiendo y aprendiendo lo que yo decida, y si las reglas no están claras desde ahora, me da más miedo pensar que luego sea demasiado tarde.
Así que mi “no” “no” “no”, puede que no sea lo peor del mundo y su “no” “no” “no” seguro tendré que oírlo por mucho más tiempo. Lo más sano será hacernos ambos de la idea. 

24 mayo, 2012


La depresión también afecta a los niños


 La depresión que antes sólo se diagnosticaba en personas adultas, está cada día haciendo sufrir también a los niños. Ya no son sólo los adultos los que se deprimen. La depresión infantil, puede surgir a causa de “cambios importantes y estrés”, como resultado de la pérdida de los padres, un divorcio, o problemas familiares, etc.

Aproximadamente el 5% de los niños de la población en general padecen de depresión en algún momento. Los niños que viven con mucha tensión, que han experimentado una pérdida o que tienen desórdenes de la atención o de la conducta, o discapacidades en el aprendizaje, o aún problemas de salud mental, corren mayor riesgo de sufrir depresión.

¿Mi hijo tiene depresión?
Seguro que en algún momento de la infancia de su hijo, alguna madre se ha preguntado eso. Lo primero que hay que decir es que cada niño es único en su forma de ser. Hay que conocer muy bien al niño y saber lo que es realmente normal en su comportamiento.
No hay que apresurarse a sacar conclusiones o diagnósticos, sin embargo los padres y profesores deben estar atentos cuando alguno de sus niños presente las siguientes características:

- Está continuamente triste, llorando con más facilidad
- Pierde el interés por los juegos preferidos y por la escuela
- Se aleja de sus amigos y de la familia
- Presenta una comunicación pobre
- Se aburre y se cansa con facilidad
- Presenta menos energía o concentración
- Se queda irritable o demasiado sensible frente a pequeñas frustraciones, montando rabietas o berrinches con más facilidad
- Se le nota extremamente sensible hacia el rechazo y el fracaso
- Expresa baja autoestima, depreciándose a ellos mismos
- Elige “finales tristes” para sus cuentos y representaciones
- Se comporta de una manera agresiva
- Se queja constantemente de dolores tales como de cabeza o de estómago
- Duerme demasiado o muy poco
- Come demasiado o muy poco
- Sufre una regresión, hablando como un bebé u orinándose en la cama
- Habla de suicidio
- Habla de escaparse de la casa

La depresión también afecta a los bebés 

Con niños de hasta tres años, las señales para iniciar a sacar conclusiones empiezan cuando estos niños parecen tristes o decaídos aún cuando se les está consolando. Pueden, incluso, que se peguen desesperadamente a quien se ocupa de ellos o que dejen de comunicarse.

La depresión en esos niños está casi siempre ligada al cambio o pérdida de la persona responsable de su cuidado, o cuando quien les cuida no es capaz de responder a sus necesidades.
La depresión en los bebé se ve reflejada en su estado anímico; lo que no quiere decir que el bebé llora porque está triste, sino que da la impresión de que está apático y sin ninguna iniciativa.
En cuanto a las señales que manifiesta un bebé, está el hecho que no rechace los brazos de un desconocido, esto significa que algo pasa ya que lo normal es que el bebé tenga angustia por la separación de su madre y se ponga a llorar. Otra señal se muestra cuando el niño no siente deseos de llamar la atención, ya que a esta edad lo normal es que el bebé quiera atraer la atención de las personas que lo rodean.
Las consecuencias que puede traer la presencia de un cuadro depresivo en un bebé son varias. Puede producir cierto retraso en el desarrollo como el inicio de la marcha más tarde de lo normal, el inicio del habla, tener problemas de sueño, somatizaciones frecuentes, enfermedades de tipo infecto-contagioso debido a una disminución de las defensas biológicas que permanecen más allá de todo cuidado, alteraciones en la alimentación que mantienen al bebé en un estado de decaimiento.
Si has notado que el comportamiento de tu pequeño se identifica con algunas de estas características, es aconsejable que le prestes atención, y si crees que definitivamente encaja en ellas, lo ideal es que visites a un especialista infantil.

23 mayo, 2012

10 cosas que diariamente ponen en riesgo la seguridad de nuestros niños

 

 

Como padres siempre estamos pendientes de que nuestros hijos no sufran ningún daño, pero hay muchas cosas en casa que ponen en riesgo la seguridad de nuestros niños y probablemente los padres no nos hemos dado cuenta. Revisa la lista a continuación que padres han aportado poco a poco y chequea cómo en casa nos enfrentamos a estos peligros constantes.

1. Gabinetes de cocina

Peligro: cuando nuestros bebés comienzan a gatear y caminar descubren un mundo completamente nuevo, tienen a su acceso y a su alcance muchas cosas que antes no lograban imaginar, los gabinetes y gavetas de cocina, así como la lavadora de platos y la gaveta inferior de algunas estufas, son una amenaza constante, no porque te quiebren algunos utensilios de loza, sino más bien porque objetos afilados como cuchillos y punzantes como tenedores pueden quedar al alcance de sus manos, así como las pesadas ollas y sartenes.

Solución: cuando veas que tu bebé ya puede abrir gavetas y puertas de los gabinetes de cocina, procura ponerles seguro infantil, estos los venden en las tiendas de accesorios para bebés. También procura tener los objetos punzocortantes en la áreas más altas de las gavetas de cocina.

2. Globos de látex

Peligro: se ha registrado que desde 1973, más de 110 niños en Estados Unidos se han asfixiado al masticar o al inflar globos de látex. “Los globos de látex son una de las peores cosas con que ahogarse, ya que pueden adherirse a la garganta de un niño y bloquear por completo la respiración”, explica Mariann Manno, MD, profesor asociado de pediatría clínica y medicina de urgencia en la Universidad de Massachusetts, en Worcester .

Solución: en caso que vayas a usar o a exponer a tu niño a jugar con globos de látex, supervísalo constantemente, no le permitas que mastique o muerda el globo. Si vas a darle un globo porque está en una fiesta o en una feria, asegúrate de darle uno de látex a partir de los 8 años en adelante, y hazle saber  el peligro. Y si es menor, procura darle un globo Mylar o “metálico”, que son más seguros. Si en caso han reventado globos cerca de tu hijo, procura inmediatamente tirar las partes que quedan a la basura.

3. La estufa y el horno

Peligro: cuando tu niño esté en la cocina no lo pierdas de vista ni un segundo, puede trepar la puerta del horno y tratar de alcanzar lo que hay sobre él. Los niños han sido gravemente heridos cuando vuelca una estufa y son rociados con una olla de agua hirviendo, sufriendo así quemaduras de tercer grado.

Solución: asegúrate que la estufa esté correctamente instalada para que no tenga riesgo de volcarse, de hecho, los fabricantes están obligados a proporcionar estos soportes anti vuelco después de 1991. Mantén la puerta del horno cerrada cuando no utilices el horno, y nunca permitas que tu hijo se apoye ni se suba en ella.

4. Ropa de cama

Peligro: ten cuidado cuando elijas la ropa de cama de tu bebé, muchas veces  pueden verse lindos pero los edredones suaves y esponjosos, y los protectores para la cuna muy acolchonados y gruesos pueden hacer una cuna acogedora, pero puede enrollarse alrededor de la cara de tu bebé con el riesgo de sofocarlo.

Solución: evita colocar en la cuna muchas almohadas, cojines, edredones y cobertores gruesos, así como juguetes blandos hasta que tenga por lo menos un año de edad. Manténlo caliente con una frazada ligera.

5. Accesorios y centros de entretenimiento para bebés

Peligro: los juguetes y equipos de entretención para bebé (gimnasio, columpio, silla de comer, pack and play; van deteriorándose al punto de perder piezas, algunos de estos productos no cumplen con las normas de seguridad actuales, por lo que muchos niños se caen o se sueltan  terminando lastimados.

Solución: inspecciona en los manuales el peso sugerido por los mismos, el tiempo de vida, y si es de segunda mano qué tanto ha sido usado como para resistir mucho tiempo más. Verifica cadenas, correas, cuerdas y si son más cortas de 7 pulgadas. Visita cpsc.gov para confirmar el elemento cumple con los estándares de seguridad actuales. No dejes que los niños jueguen con el metal de décadas de antigüedad o los juguetes pintados en los equipos de entretención, que pueden contener plomo venenoso.

6. Asientos y bañeras para el baño de tu bebé

Peligro: las bañeras y asientos son una constante amenaza si estos no son correctamente colocados, ya que pueden ocasionar que nuestros bebés se ahoguen. Nunca dejes en la tina solo a tu bebé por ningún motivo ya que puede volcarse hacia la tina, deslizarse y quedar atrapado bajo el agua.  En Estados Unidos entre 1983 y 2003, 106 bebés se ahogaron porque estaban abandonados en su bañera dentro de la tina.

Solución: manténte siempre al alcance de la mano de tu bebé en la bañera, fija correctamente la bañera a la tina o ducha donde lo estés bañando.

7. Productos de limpieza e higiene personal

Peligro: los productos de limpieza e higiene personal son una constante amenaza para los niños, pueden parecer atractivos por los llamativos envases pero pueden ser tóxicos y hasta mortales en caso de ingestión. Algunos productos para bebé contienen hidrocarburos líquidos, que pueden causar una enfermedad grave similar a la neumonía, daño pulmonar irreversible, e incluso la muerte si el niño aspira el contenido en sus pulmones. El detergente de cocina y ropa puede irritar la piel del niño y los ojos y puede quemar el revestimiento de la boca y el esófago por ingestión. “Es muy corrosivo y peligroso”, advierte a los padres el asesor Ari Brown, MD, autor del Bebé 411: respuestas claras y consejos inteligentes para su bebé el primer año.

Solución: La CPSC requiere un embalaje a prueba de niños para los productos que contienen hidrocarburos. Lee las etiquetas y almacena todos los productos fuera del alcance de tu hijo, incluso si están en envases a prueba de niños.

8. El perro de la familia

Peligro: cerca de 100.000 niños menores de 10 años de edad son tratados en salas de emergencia cada año por lesiones relacionadas a mordeduras de perros, según la CDCP. La mayoría de los ataques ocurren por el perro de la familia o de algún vecino. También el alimento para mascotas y sus juguetes pueden ser riesgo de asfixia.

Solución: nunca dejes a los niños solos con un perro. Tener perros esterilizados o castrados pueden reducir las tendencias agresivas. Enséñale a los niños a ser amables con los perros, y que nunca molesten a un perro que está comiendo, durmiendo o cuidando de sus cachorros. Quita todos los alimentos de perro que se encuentran al alcance de los niños cuando tu mascota termine de comer, no porque sea tóxico sino porque puede asfixiarse con un pedazo del mismo.

9. Ventanas eléctricas en los autos y toma corrientes eléctrico

Peligro: las ventanas de los autos son la causa de que cientos de niños pierdan sus dedos o extremidades al ser mascados con esto. Si los niños ponen su cabeza o la mano por la ventana, y por accidente se apoyan en el botón de cerrado, la ventana puede ser cerrada en ellos. En el caso de los toma corrientes, es muy común que los niños intenten introducir sus dedos u objetos en el mismo provocando una fuerte descarga eléctrica e incluso quemaduras graves.
Solución: usa la función de “bloqueo de ventanas” para que los niños no pueden operar las ventanas eléctricas. Y en el caso de los toma corrientes busca en las tiendas de accesorios para niños unas espigas plásticas que tapan la entrada al toma corriente, de modo que no se sentirá atraído por hacerlo.

10. Carteras, bolsas y monederos

Peligro: cualquier bolsa de cosméticos, una mochila o maleta que alguien pone en tu casa puede contener elementos que podrían envenenar, estrangular o lesionar a los niños, como los medicamentos, el dinero, caramelos, lapiceros, ganchos o imperdibles, tijeras de uñas, etc. “Sólo le toma un segundo a un niño pequeño para entrar en algo que es nuevo mientras los adultos están ocupados hablando”, dice Bridget Clementi, gerente de prevención de lesiones en el Hospital de Niños de Wisconsin, en Milwaukee.

Solución: cuando los amigos y visitas lleguen a casa, pídeles que coloquen sus carteras y equipaje en un armario o habitación donde el niños no puedan acceder a ellos.


Fuente: Parents. Copyright © 2009 Meredith Corporation.

 






26 abril, 2012

Las diferencias entre los niños y las niñas

 

¿Te has preguntado alguna vez, por qué en algunos centros académicos separan la labor educativa de los niñas y de las niñas? Además de sus diferencias físicas, cada uno de estos sexos representan una gran diferencia en cuanto a su desarrollo cognitivo y conductual. Por estas razones, es importante que recuerdes que no hay que comparar a los hijos entre sí, y menos si son de sexo diferente, porque cada uno irá a su ritmo aunque estemos hablando de las mismas etapas.
Estas diferencias vienen determinadas por las hormonas, la química corporal y la estructura del cerebro. Por ejemplo, el cerebro de los niños se desarrolla más lentamente que el cerebro de las niñas, mientras que el cerebro de las niñas trabaja más uniformemente, lo que luego les da la capacidad de hacer tareas múltiples.
El cerebro de las niñas secreta más serotonina, un neurotransmisor que inhibe la agresión. Y el cerebro de los niños secreta más testosterona, una hormona que impulsa la agresión.
Además de las diferencias del cuerpo, estas son otras diferencias que te pueden ayudar a comprender por qué cada uno va a diferente ritmo.

Los niños:

1. Los niños prefieren concentrarse en una sola tarea y reaccionan más agresivamente a las interrupciones.
2. Los niños crean y emprenden juegos que ocupan mayor espacio, y necesitan estar más afuera.
3. Los niños son más hábiles en visualizar con su ojo izquierdo.
4. Los niños que se ven a sí mismos como fuertes físicamente buscarán juegos duros y caídas. Y al sentirse más seguros y capaces, buscarán la independencia más temprano que las niñas.

Las niñas:

1. Las actividades motrices de las niñas alcanzan el punto máximo más lentamente, son menos vigorosas y duran menos.
2. La atención de las niñas hacia los objetos es menos fugaz y menos activa.
3. Las niñas confían más en sus cinco sentidos.
4. Cuando están cerca de los cinco años, las niñas se encuentran seis meses más adelante que los niños en el desarrollo general.

¿Cuántos juguetes son suficientes?

 

 

Es inevitable sentirse tentado a comprar juguetes cada vez que uno sale a la calle. La oferta inmensa y la carita de mi bebé cuando tiene algo nuevo en sus manitas me han hecho caer y comprarle cosas que en realidad no necesita.
Los juguetes se han ido acumulando. No cumple aún los dos años y ya hay 4 cajas llenas de carritos, balones, rompecabezas, herramientas, etc., aunque en realidad son dos o tres las cosas que le interesan.
Como en la ciudad en donde vivo está próximo el día del niño, mi esposo ya ha estado pensando en qué regalarle y eso nos llevó a hablar seriamente sobre el tema. Lo menos que queremos es criar a un pequeñín caprichoso que no valore nada de lo que tiene por los excesos que nosotros mismos le demos.
La Universidad de Oxford reveló hace algunos años un estudio en el que indica que, especialmente en los menores de cinco años, hay una compleja relación entre el progreso infantil, el tipo de juguetes que se les da y el tiempo que los padres pasan con ellos. Cuando tienen demasiados, se distraen y no aprenden ni juegan bien.
Esta conclusión la comparten organizaciones como Zero to Three, dedicada a los infantes y sus familias en Estados Unidos, la cual señala que: “Nuestras investigaciones muestran que darles a los niños demasiados juguetes o juguetes no convenientes puede hacerles daño. Se ven sobrepasados y no pueden concentrarse en nada el tiempo suficiente para aprender”.
El mismo Instituto Técnico del Juguete (AIJU), organización española, califica su exceso  como uno de los “errores” más frecuentes de los padres. “No les ayudamos comprándoles todo lo que piden. Les ayudamos comprándoles justo lo que necesitan. La excesiva cantidad de juguetes no le beneficia en su maduración. Además, provoca actitudes de capricho, aburrimiento o menosprecio por los mismos y, a menudo, desorden y falta de interés por conservarlos”.
Según los especialistas, dos docenas de juguetes son suficientes para un niño en edad preescolar.
En un artículo de la Facultad de Pedagogía de la universidad mexicana Upaep, los expertos sugieren las siguientes consideraciones para su compra:
De 0 a 2 años, se deben adquirir juguetes que estimulen el desarrollo, como juegos con luces, texturas, sonido y colores primarios; además de poner atención en que los artículos no sean tóxicos.
De 2 a 3 años, se recomiendan juegos que estimulen la coordinación motriz como bloques para construir objetos, figuras geométricas, rompecabezas con piezas grandes.
De 4 a 5 años, es importante comenzar a activar la memoria, por lo que lo más recomendable son los memoramas, juegos de lotería, cuentos que tengan mucha imagen y poco texto para atraer la atención, títeres.
De 6 a 10 años, juegos donde practiquen la lectura y las matemáticas como el dominó, el ajedrez, damas chinas, serpientes escaleras.
Sobre la compra no hay duda de que nos corresponde a los adultos el realizar una buena elección, tanto del número como de sus características.
Sobre el aprovechamiento ya una de las medidas tomadas en mi casa fue guardar todos los peluches que tiene, los cuales no le interesan en lo más mínimo y solo están desordenando la habitación. Estos pueden regalarse, donarse o incluso guardarse para un futuro hermanito.
La siguiente regla probablemente sea darle poquito a poco sus juguetes actuales, durante periodos cortos como una semana, y ver si de esta forma se interesa más en ellos. Menos, en ocasiones, es más y tal vez el día del niño sea una excelente oportunidad para divertirnos una vez más en familia sin necesidad de hacer otra compra.

25 abril, 2012

Papás e Hijas: el primer amor!

 

 

La cercanía entre papás e hijas comienza cuando la bebé nace, y puede profundizarse mucho más si tú, como madre, motivas esa relación.
Mi papá murió cuando yo tenía 9 años, y aunque recuerdo muy pocas cosas sobre él (mi memoria a largo plazo es bastante defectuosa) mi papá marcó mi vida!  Siempre fue amoroso con mi mamá y 100% involucrado con mi hermana y conmigo.  Recuerdo que él y yo nos levantábamos particularmente temprano y era un momento especial para compartir los dos! De mis memorias favoritas es la de él y yo jugando al escondite en la cocina un domingo por la mañana!
Hoy estoy casada con un hombre maravilloso que, en mi opinión, comparte las mismas maravillosas cualidades que tenía mi papá. Él también es ahora padre de dos hijas y ver la manera en cómo se dedica a ellas y la relación única entre ellos tres es maravillosa.  Sé que muchas veces regresa cansado del trabajo por las tardes, o quisiera dormir hasta tarde los fines de semana, pero pone su mejor cara y se tira de clavado al mundo de mis hijas.. y ellas… no paran de reír y sonreír!
Algunas madres piensan que las mujeres somos naturalmente padres superiores. Pero si le das la oportunidad a papá, él es tan afectivo y bueno para criar a tus hijos como tú.  Generalmente, como la sociedad lo impone, es que los padres tienen la responsabilidad de proveer económicamente y, aunque importante, deja poco tiempo para estar con los hijos. Aquí es donde calidad es más importante que cantidad. Papá juega un rol importante en el desarrollo del autoestima de tu hija, y por eso es tan importante que ellos puedan pasar tiempo juntos y compartir. No tengas miedo, motiva a tu esposo para que haga este pequeño tiempo para su princesa.. en menos de lo que piensas ya estará entregándola en el altar!
Papás, a continuación les enumero detalles importantes y lindas actividades que pueden compartir entre padres e hijas que ayudarán a fortalecer ese vínculo entre tus hijas y ese primer amor, su príncipe encantado… tú!! su papá!
  • Sé amoroso con la madre de tus hijas, siempre!
  • Cárgala (si es pequeña) unos minutos antes de salir de casa, bésala y abrázala y dile cuánto la amas.
  • Si tienes la oportunidad, llévala al colegio, aprovecha el trayecto para platicar con ella.
  • Haz tiempo para ir a las actividades del colegio.
  • Hagan los mandados juntos. Unos cuantos minutos de tiempo informal en el auto son valiosos!
  • Apoya los pasatiempos de tu hija, incluso si son poco tradicionales.
  • Valida y celebra sus logros.
  • Muestra siempre respeto por las mujeres.
  • Léele un cuento o inventa un historia antes de que se vaya a dormir, en menos de lo que imaginas, estará rogando por tus historias maravillosas cada noche!
  • Escoge un día al año para pasarlo con ella y deja que ella decida todo lo que van a hacer.
  • Cocinen juntos, no tienes que ser un máster chef, enséñale cómo armar una pizza en casa y si puedes, haz una pequeña para ella.
  • En una noche despejada, muéstrale las estrellas y, por qué no, dile que pida un deseo!
  • Dile que sí de vez en cuando a algo que normalmente dirías que no (tal vez, pastel de chocolate para el desayuno?) y en este punto: mamás… se vale ceder de vez en cuando.. recuerda, tú debes fomentar esta relación!
Estas son solo pocas ideas de una infinidad de posibilidades, pierde el miedo de tirarte al piso, de hacer algo solos, tú y ella!  Ahora bien, es importante que sepas que si estás con ella y no dejas en paz el Blackberry, iPhone o cualquier otro aparato electrónico… no cuenta!!
Recuerda que no existen los papás perfectos pero si estás siempre ahí para ella, y te disculpas cuando cometas errores, ante sus ojos, serás la imagen de la perfección!  Pon a trabajar tu imaginación y descubre el mundo maravilloso de tener hijas mujeres… adelante.. agrégale vida a sus años!!!

22 abril, 2012

Bullying, una conducta que controla a nuestros hijos

 

 

Parece que no pero realmente es muy frecuente los casos de acoso entre los niños, en carne propia muchos padres de familia hemos vivido esa experiencia entre nuestros hijos, sin saber que decir y como actuar.
¿Que es el Bullying?
Es una palabra proviente del vocablo holandes que significa acoso.
El primero que empleó el término "bulliing" en el sentido de acoso escolar en sus investigaciones fue Dan Olweus, quien implantó en la década de los '70 en Suecia un estudio a largo plazo que culminaría con un completo programa antiacoso para las escuelas de Noruega.
Anteriormente esta palabra no era tan comentada, pero debido al incremento alarmante en casos de persecución y agresiones que se están detectando en las escuelas, lo que lleva a muchos escolares a vivir situaciones verdaderamente aterradoras, es que ahora se esta hablando más del tema.
El bullying esta presente en casi cualquier lugar, no es exclusivo de algún sector de la sociedad o respecto al sexo, aunque en el perfil del agresor sí se aprecia predominancia en los varones. Tampoco existen diferencias en lo que respecta a las víctimas.
El agresor acosa a la víctima cuando esta solo, en los baños, en los pasillos, en el comedor, en el patio. Por esta razón los maestros muchas veces ni por enterados estan.
Sin embargo no se trata de un simple empujón o comentario, se trata de una situación que si no se detiene a tiempo puede provocar severos daños emocionales a la victima.
Esta práctica que se vuelve frecuente en los niveles de secundarias y preparatorias públicas o privadas de México, en otras partes del mundo se esta adaptando a la tecnología dando como resultado el cyber bullying, es decir, el acoso a través de Internet específicamente en páginas web, blogs o correos electrónicos.



Qué hacer si mi hijo es la victima

 

  • Investiga minuciosamente lo que está ocurriendo, platica con sus compañeros más cercanos, maestros, amigos y familiares.
  • Platica con tu hijo y hazle sentir que puede confiar en ti , asi él se sentirá cómodo al hablar contigo acerca de todo lo bueno y lo malo que esté viviendo.
  • Hablen del tema. Escucha a tu hijo, deja que se desahogue.
  • Si efectivamente comprobaste que lo estan acosando, manten la calma y no demuestres preocupación, el niño tiene que ven en tu rostro determinación y positivismo.
  • Comprometete a ayudar a tu hijo, y muy importante, hazle saber que él no es el culpable de esta situación.
  • No trates de resolver el problema diciéndole a tu hijo que se defienda y tome venganza, esto empeoraría más la situación, es mejor que discutan como pueden responder asertivamente a los acosadores y practica respuestas con tu hijo.
  • Debes ponerte en contacto con el maestro de tu hijo y con la dirección de la escuela para ponerlos al tanto de lo que esta ocurriendo, pídeles su cooperación en la resolución de los hechos.
  • En caso de que el acoso continúe, tendrás que consultar a un abogado.
  • Si tu hijo se encuentra muy dañado emocionalmente por toda esta situación, busca la asesoria de un psicólogo para ayudarle a que supere este trauma. Pero jamás te olvides que la mejor ayuda, en esos casos, es la de su familia.

Los gritos también dejan huella en la personalidad de los niños

 

 

Siempre que se habla de maltrato infantil la imagen que viene a nuestras cabezas es la de un padre o madre golpeando a su hijo, sin embargo hay otro tipo de maltrato que no deja huella física pero sí psicológica, el llamado maltrato psicológico.
Un reciente estudio llevado a cabo por científicos de la Escuela Simmons de Trabajo Social de Boston (EEUU) muestra que no hace falta pegar a un menor para dejar señales de por vida en su personalidad, sino que basta con gritarle.

 Muchas mujeres nos hemos encontrado en una situación de descarga emocional, y probablemente esta va dirigida a nuestros hijos o a nuestra pareja cuando ellos no son los culpables. Factores como el trabajo, los que haceres domésticos, la rutina del día a día, el cuidado de nuestros hijos y de nuestra pareja nos hacen convertirnos en mujeres “pulpo o malabaristas”, queremos abarcar todo y no logramos el balance perfecto, y claro, el ser ama de casa es una gran responsabilidad, pero aquí te daremos unos consejos prácticos para que encuentres el balance en tu vida y puedas mantener la calma cuando estas descargas te conviertan en una esposa o mamá gruñona:



1. Aprende a manejar el estrés: el estrés es una reacción a las presiones físicas, emocionales y ambientales, y bajo su influencia hasta la mejor mamá puede descuidar o hasta maltratar a sus hijos. Ojo con esto, porque si cruzas la línea del maltrato físico luego las consecuencias te harán sentirte aún peor emocionalmente.
2. Reconoce cuando viene la descarga: tu cuerpo comienza a dar señales como la ansiedad, tensión, nerviosismo, preocupación excesiva, temor, irritabilidad, enojo, susceptibilidad, ira o incluso depresión, desilusión, tristeza, apatía, excesiva culpa e incapacidad para disfrutar de los momentos entre otras. Estas señales básicas son un previo aviso que no estás bien anímicamente, por lo mismo escúchalas y responde al llamado, detente en lo que estés haciendo, anota en un papel o reflexiona por 5 minutos enumerando lo que en ese instante estás sintiendo, el crear conciencia de estas señales te hará darte cuenta que estás al borde de colapsar, detonar la bomba y descargar.
3. Detecta el detonante: muchas veces hay situaciones que detonan tu conducta, cuando te pase y te hayas convertido en la gruñona medita acerca de lo que te haya hecho explotar, encuentra la causa verdadera, piénsala claramente y reflexiona si es o no necesario haber perdido tu paz por ello. Si sabes que puede volverte a suceder esa situación entonces anticípate a ella y evítala.
4. Ordena tus prioridades: no es posible que puedas enfocarte en todo al mismo tiempo porque eres un ser humano, y por lo mismo ordena tus prioridades y si hay varias cosas que debes solucionar en el mismo momento entonces pide ayuda y delega. Recuerda que el orden de prioridades es importante que lo determines claramente, ya que no es una prioridad limpiar la casa cuando a lo mejor en ese preciso momento uno de tus hijos quiere contarte algo importante. Todas las prioridades van de acuerdo a tus propios principios, lo que es prioritario en el trabajo no sustituye lo prioritario e importante en tu familia, es decir, siempre tu familia va antes de cualquier trabajo que puedas desempeñar, un buen trabajo reconocerá que tu no te desempeñarás igual si en tu hogar no está bien.
5. Tú eres el pilar de tu hogar: la mujer como pilar del hogar debe estar bien ante cualquier adversidad, tu eres el apoyo para tus hijos, y si quieres descargar porque también eres ser humano y tienes sentimientos, hazlo con tu mejor amiga, háblale y desahógate. Date tu tiempo, acostumbra a dedicarte un día a la semana o una hora al día para ti, ya sea leyendo, viendo tu programa favorito, o haciendo tu pasatiempo favorito. Recuerda que si la madre no está feliz, por lo tanto no podrá tener hijos felices.
Los hijos son el reflejo de sus padres, y los hijos de madres gruñonas por lo tanto serán niños que estarán desarrollando inseguridades por desaprobación, esto afectará su personalidad y puede desencadenar en problemas de conducta como la agresividad, la timidez, ansiedad y otros más. Es importante que valides sus sentimientos, reconócelos, habla con ellos, comparte calidad de tiempo con ellos y no tanto cantidad, acostumbra a reir con ellos, escúchalos.
6. Encuentra apoyo para descargarte: rodéate de personas que puedan transmitirte calma y no que fomenten tu ansiedad, acostúmbrate a desahogarte con personas de confianza. Si crees que el problema ha escalado y ya has cruzado la línea de la agresión física y doméstica te sugerimos que consultes con un especialista en terapia familiar o bien un psicólogo.
7. Aprende a planificarte y organizarte: la mayoría de los casos en mamás gruñonas coinciden en que no saben organizar su tiempo y por lo tanto no saben manejar la situación. Si sabes que vas a tener un día cargado y agitado, anticípate la noche anterior y anota en una lista todas las tareas del día próximo, ordénalas y ponles hora determinada para que vayas acoplada al horario, considera horas pico en el tráfico. Haz lo desagradable de primero y lo placentero de último. Evita que las tareas se te acumulen en la semana. Aprende a delegar y pedir ayuda. Establece las prioridades y aprende a dejar para mañana lo que no pueda llevarse a cabo hoy. Sé determinante y que no  te de miedo a decir “NO” cuando te impongan responsabilidades innecesarias o a las tareas que puedes opcionalmente elegir.
8. Encuentra una válvula de escape: si tu personalidad es explosiva o energética, entonces encuentra ocupaciones que te hagan disminuir el nivel de energía que posees dentro, instituye actividades como salir a correr, esto te hará descargar y a la vez meditar mientras lo haces. Con encargar una hora a tus hijos, no los estarás abandonando, a ellos les importa más una mamá feliz que una mamá alterada.
9. Comprende y acepta las capacidades y limitaciones de tus hijos: a veces hay situaciones que se salen de tus manos como que tu hijo derrame el vaso de refresco sobre la mesa o sobre su ropa, esta sencilla escena es a veces motivo de caos para muchas mamás, pero al comprender y aceptar que tus hijos no tienen la experiencia que tu tienes como mujer y madre, aprenderás que ellos son capaces de cometer accidentes, interrumpirte y equivocarse.
10. Corrigiendo con cariño: muchas veces al momento de crecer y llegar a ser adultos tus hijos no recordarán en qué fallaron en sus tareas del colegio, en la comida que derramaron, el cuarto que dejaron desordenado; pero sí recordarán el trato con que tú les pedías las cosas y la forma en que los corregías, por esto se dulce y cuidadosa en el empeño que pones al educar a tus hijos.
Practicando algunos puntos anteriores podrás notar la diferencia en como manejas el estrés. Te animamos a que pruebes dar el primer paso. Ánimo porque eres una gran mujer y sobre todo una gran mamá.